Tengo un compañero de clase que me debe llevar lo menos dos generaciones.
El señor llega,
se sienta siempre en el mismo sitio,
saca de su bolsa de tela*, su libreta tamaño A5,
su ejemplar de biblioteca del libro del profesor,
su rotulador azul y su rotulador rojo.
Meticulosamente despliega la correa de sus gafas,
la deja escurrir tras su cabeza:
éstas penden en su pecho.
Observa al profesor,
escucha a los jóvenes, tras él, sin mirarlos.
Yo llego,
me estaciono a su lado, dejando un asiento en medio,
saludo,
sonrío,
abro mi mochila,
saco mi carpeta, mi estuche, mis gafas,
lo dejo todo encima de la mesa,
saco el taco de apuntes de la carpeta,
me levanto, pero me quedo apoyada en la butaca plegada.
El profesor comienza a escribir cosas en la pizarra para que estén listas al comienzo de la clase (resumen del día anterior).
Mis compañeros (este señor también) copian el nuevo texto,
yo no, yo leo los apuntes del día anterior mientras me río de las paridas de mis compañeros (me río en alemán, por supuesto).
Llega mi compañero, el ucraniano,
saluda,
se sienta en la otra vera del señor, pero sin dejar espacio,
saca su carpesaro, su estuche y su ejemplar de biblioteca del libro del profesor (no usa gafas),
revisa el resumen leyendo los apuntes del día anterior.
Se pone a conversar con el amiguete.
Llega mi compañero, el sevillano,
saluda,
deja la mochila, saca la carpeta, saca del estuche un boli azul, un boli rojo y un portaminas (las gafas ya las trae puestas),
lo deja todo encima de la mesa,
me cuenta la última batallita en el tranvía (vivimos puerta con puerta, pero a penas nos vemos),
saca el Skript del profesor, es decir, la versión .pdf del libro del profesor.
Comienza la clase,
de pronto, me da por copiar el resumen del día anterior, así que me pierdo un poquito del comienzo, pero no pasa nada.
45 minutos después, una pausa.
Los españoles nos levantamos a respirar, aunque no respiremos,
el ucraniano se queda con el amiguete.
No sé por qué, pero el amiguete en cuestión me resulta la mar de simpático.
No lo sé, porque no me he parado a hablar con él.
Siempre he sentido una cierta atracción morbosa por la gente mayor que se pone a estudiar en la universidad a esas alturas de la vida.
La Física Estadística no está hecha para quien de pronto un día se decide a visitar una clase de la Facultad...
Hago mis cábalas... creo que es matemático, por ejemplo. Pero no tengo ni pajolera.
Ayer en clase lo pensé... no sé por qué.
*En Alemania no es extraño llevar bolsas de tela como esa. Yo misma llevo dos en el bolso. Aquí te cobran por las bolsas, y si pides más de una ya te miran mal. Cada uno tiene sus propias bolsas de tela, que resisten más que las de plástico, se pueden meter en la lavadora, tienen asas más largas que te permiten colgarla del hombro y son 99% reutilizables (a veces se pueden llegar a descoser o incluso rasgar... nada que un remiendo no pueda reparar). Pero son más pequeñas que las de plástico. En los supermercados pueden comprarse de ambos tipos, pero las de tela son por supuesto más caras.
-En la foto, mi profesor de Física Estadística: Hartman Römer, alias "Romeeerooor" (léase con voz de Chiquito...). Este ejemplar es de hace ya unos añitos, pero el mozalbete mantiene esa sonrisa de "te vas a cagar" y esa mirada de "apasionante, ¿verdad?"... Si juntas ambas cosas te queda una expresión que sólo dos personas en el mundo son capaces de imitar y cuyo sobrenombre es cara de Erasmus, puesto que fue una de las cosas más impactantes que vimos en nuestros primeros días como Erasmusstudenten en Freiburg. Otra de esas cosas fue la mierda de aliños que le ponen a las ensalaítas...