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para nadie más

Madrugás

Cuando esta mañana, ya habiendo amanecido, estaba charlando con un compañero en el parque que hay frente a la residencia me entraron unas ganas tremendas de escribir aquí.
En aquel momento, estaba viendo a un pajarillo dar saltitos, así como los dan ellos, con las dos patitas juntas "tic tic tic tic" mientras piaba. Sonaban los arbustos con la brisa mañanera y los pájaros daban los buenos días a quienes aún no se habían acostado. Todo muy propicio para desarrollar las habilidades artísticas de cada uno... pero no era lo mismo al subir a la habitación.

Hice tiempo al llegar. Una hora. Para poder bajar a la panadería a por pan fresco y meterme un superdesayuno extracena o como se quiera llamar. Con tomate y aceite.
Entro en la panadería y la chica, que debe de tener cinco o seis años más que yo me dice ¡Caray, cómo madrugamos! y yo ni corta ni perezosa... ¡qué va, si yo aún estoy por ir a la cama!

Y aún tardaría unas cuantas horitas más en taparme con las sábanas.

Moraleja: hoy estoy cansada y dormida, pero que me quiten lo bailao, que el "pantumaca" está muy bueno! (es que nó sé cómo se escribe... pa amb tumaca?)

El verano, que llegó antes de tiempo

Hacía mucho tiempo que no escribía.
De hecho, hacía mucho tiempo que no entraba...

La euforia inicial que me produjo el blog no fue más que un modo de escapar de mí misma. Ahora, lo veo sólo como un hobby. Ahora, me siento capaz de gritarle al mundo esta dirección, que sólo conocían quienes enlazasen desde el chico del vídeo... porque ahora ya no necesito esconderme para hablar tranquilamente de cómo me siento, que repercute en cómo veo el mundo y por supuesto en cómo percibo que el mundo, que ahora hago mío, me ve a mí: SONRIÉNDOLE CON LA CABEZA ALTA!

Espero dejarme caer por aquí con más frecuencia... ¡aunque eso dependerá de cuándo decida mi ordenador volver a funcionar!

Ya sé que no me corresponde generacionalmente hablando, pero es que me gusta Mecano! Supongo que será por la misma razón por la que me apasionan The Beatles.

Entre el cielo y el suelo hay algo
con tendencia a quedarse calvo
de tanto recordar.
Y ese algo que soy yo mismo
es un cuadro de bifrontismo
que solo da una faz.
La cara vista es un anuncio de Signal,
la cara osulta es resulta
de mi idea genial de echarte
me cuesta tanto olvidarte
me cuesta tanto
olvidarte me cuesta tanto,
olvidar quincemil encantos es mucha sensatez.
Y no sé si seré sensato
lo que sé es que me cuesta un rato
hacer cosas sin querer.
Y aunque fui yo quien decidió que ya no más
y no me cansé de jurarte que no habrá segunda parte
me cuesta tanto olvidarte
me cuesta tanto olvidarte
me cuesta tanto

Y aunque fui yo quien decidió que ya no más
y no me cansé de jurarte que no habrá segunda parte
me cuesta tanto olvidarte
me cuesta tanto olvidarte
me cuesta tanto olvidarte
me cuesta tanto...

Cambiando de vida

Ha pasado realmente mucho tiempo desde que escribí "de verdad" por última vez.
Desde entonces, ha empezado a hacer calor, ha terminado la Mostra de Teatro, he sentido la inminencia de los exámenes... en fin, que ha cambiado la Vida.
Y para subirme al carro, yo he cambiado la mía. He hecho reformas en mi habitación. En una residencia universitaria, eso se traduce en que he cambiado los muebles de sitio. Ahora mi habitación ha subido de categoría; ahora mi habitación es más un hogar. Todo tiene más y mejor "karma", con tanto color y tanta luz entrando por la ventana. Ahora, mi hogar no me pide que cierre las puertas, aunque esté desordenada, y lo que es más, he conseguido superar una fobia que tengo desde pequeña (decir cuál es sería revelar un secreto muy íntimo, y aún no nos conocemos tanto!) Y TODO ESTO EN DOS DÍAS!

Hay veces en que no entiendo, de veras, qué sucede en nuestra mente.
¿Cuál es el camino de la subconsciencia a la inconsciencia?

Estos días

Estos días he tenido esto muy abandonado. Básicamente porque no estoy en casa... ¿que por qué? pues porque ahora estamos en la quincena del teatro universitario, y me lo estoy pasando en grande cada tarde.
No sé qué excusas tendrán los demás blogs. Parece que con las nubes se marcharon también las ganas de contar la vida, y los blogistas de mis frecuentados se han dedicado a vivir la suya para no contarla.
¡No se lo reprocho!
El sábado termina la mostra de teatro, así que tendré más tiempo para dedicarme.
Mientras tanto, enjoy the ride

De la euforia a la sequedad hubo tantos pasos como los que dí sobre mí misma mientras esperaba.

Abuelos y más genios

Llegaba de clase, a las cinco y cuarto. Cuando estoy de buen humor, por la calle voy observándolo todo.
Y si hay algo que me chifla es ver a los abuelos arreglando el mundo en los parques: política, sociedad, economía... ¡todo lo abarcan!, con el tablero de ajedrez de por medio; y dar instrucciones a obreros y aparejadores. Cuando hablan de urbanismo, es como si hubieran hecho un máster en una prestigiosa universidad extranjera; y arreglarían los problemas económicos de cualquier equipo de fútbol. Son tajantes.
Conocen la historia de todos los países, incluso la de aquellos que no se ven ni con lupa en el mapamundi; son más rotundos cuanto más redondos, y tienen tantas canas como problemas habrían arreglado de haber sido presidentes del gobierno.
Saben la alineación de su equipo desde el año 50 hasta ahora y no fallan ni un domingo al bar, e incluso se llevan a los nietos cuando les toca ejercer... y les dejan beber cocacola aunque sean las ocho de la tarde, porque un día es un día.

Los abuelos siempre tienen las historias más fascinantes que contar, y no porque hayan pasado la Guerra Civil, sino porque está en su propia condición de abuelo. Lo que en la juventud fue una rodilla estropeada por trepar sin cuerda la montaña más alta de la comarca, y así sorprender a las muchachas, es para los nietos una herida de bala que se hizo cuando luchaba por sus ideales en una provincia de la que a los seis años nunca has oído. La verdad es que se cayó de un árbol de pequeño y la cicatriz ha ido creciando con él.

El cuñado de mi abu, Eugenio, no tenía hijos, así que todas sus jugarretas las guardaba para todos los primos. Él tenía una pierna más corta que la otra, así que tenía una bota que le igualaba las alturas; en mi recuerdo, esa bota era de un palmo de alto... no sé cuánto sería realmente. La cuestión es que hasta que murió, cuando yo tenía 9 años más o menos, siempre decía que la bota la tenía llena de caramelos, pero que no nos lo podía enseñar porque siempre se olvidaba la llave en casa, pero que cada mañana cogía unos cuantos de la bota (nosotros creíamos que era una fábrica de sugus o algo así) y ésos era los que nos daba: había de todo, sugus, piruletas de esas redondas que siempre han valido un duro, chupas típicos de las piñatas, e incluso toffes, que detestábamos.
Eugenio fue para todos el tercer abuelo. Tenía tantos ahijados como le fueron ofrecidos, pero a todos nos trataba por igual... para bien. Nos contaba historias que nos dejaban los ojos como platos y de las cuales fardábamos al volver en septiembre al cole: "pues mi tíoagüelo, mi tíoagüelo hació una cosa con un chisme que sirvía para ..." para lo que se le hubiera ocurrido en el momento. Jugaba con nosotros, aun estando sumamente enfermo; pero nosotros nunca se lo notamos, porque aunque nuestras madres nos decían que tenía que descansar, él siempre estaba dispuesto.

Cantaba Mecano a Dalí, pero para mí se equivocaron de Eungenio

Prolífica

Hoy me siento prolífica.
Quizá esto signifique que no vuelvo a escribir en una semana, pero la verdad es que me da igual, porque hoy me siento "flex", jeje.

Vivo en una residencia de estudiantes, al fondo del pasillo, y para llegar a mi puerta, antes tengo que pasar unas veintitantas y ante cada una de ellas el olor es distinto.
Desde hace tres o cuatro días, a unos veinte pasos del ascensor huele a Ambipur. Pero mucho. Parece que alguien está escondiendo un cadáver o algo chungo. Más adelante, huele a Nenuco; el olor del baño de mi abuela. Y especialmente a la hora de las comidas...
De vez en cuando, la gente deja la bolsa de la basura fuera de su puerta para bajarla al salir, y no hace falta que comente nada...
Y mientras escojo la llave, no siempre, huele al incienso de mi vecina de enfrente. Ella lo enciende más a menudo que yo.

Estos paseos resultan para todos una gama inimaginable de sensaciones. Últimamente son más bien olfativas, pero por lo general son auditivas.

En la residencia estamos chicos y chicas. Bakalas, poppies, jevochos, pachangueros... somos una mezcolanza de músicas que ni en Benicàssim. Los primeros del pasillo son más bakalas, y a medida que profundizas, los sonidos se vuelven más rebeldes y más étnicos. Mi mejor amigo, del que ya he hablado, mi "compañero de cocina" -que es lo que compartimos-, es del modelo rebelde, y a veces se pica con el vecino de pared, un bakala, a ver quién pone la música más alta. Pero esto es lo que sucede en mi pasillo. Si te mueves por otros pisos o por el "Ala Este" de éste, se oyen otras cosas... algunas zonas muestran su lado más romántico, las hay que son silenciosas; otras no muestran música, sino gente con sus juegos de ordenador o alguna peli; y según qué oídos, imagino que habrá quien escuche parejas, que aquí abundan.

Inauguraciones

Los hay que inauguran su casa, el bar que han montado con unos amigos, que inauguran con una ceremonia grandiosa un acto cultural...

Yo hoy inauguro un huequecito en la mente.
Un huequecito que dedicaré a quienes se empiezan a escapar de mi vida, dejándoles el espacio a los nuevos. Prefiero hacerlo ahora, a un par de meses de que se vayan, a notar de golpe su ausencia. Amigos que por unas u otras razones se escapan a sus ciudades natales; unos porque terminan la carrera, otros porque desde el principio sabían que se irían... y yo me quedo en mi ciudad adoptiva, la que poco a poco intento hacer más mía.

Cuando os vayais, niños, no olvidéis que hoy habéis inaugurado un nuevo huequecito aquí, que siempre estará encantado de volver a veros. Y que siempre nos quedará este medio de locomoción emotiva.

Especímenes

En mi facultad tenemos profesores que son realmente especímenes que ni Darwin sería capaz de clasificar.

Uno de ellos es curioso por fuera y por dentro: por fuera porque lo tiene todo grande... o al menos lo que se puede ver en condiciones normales! Debe de calzar lo menos un 47; tiene unas manos de aquí a mañana y nadie le echa menos de 1.90m... por dentro, sin embargo, no es tan grande. Explicando no se entiende ni él mismo, escribe fórmulas en la pizarra y habla de ellas como si fuesen sus hermanas, pero si le haces una pregunta, la hermana resulta ser la que se perdió un día en el monte y aún no han recuperado. Cuando se pone a filosofar, algunas veces ensalza los valores de la Iglesia (cristiana católica apostólica romana, se entiende!) y otros nos dice que más lengua y menos "gimnasia, religión y tanta tontería; que luego en los exámenes no sabéis expresaros". Un día nos contó que la señora que le cuidaba cuando era pequeño recibía cada navidad una postal de felicitación de Franco, porque la madre de ésta, cuando era él pequeño, le había salvado de morir ahogado en una de las rías gallegas. Toda la clase murmuró lo mismo que estás pensando... hay gente que podía meterse el fervor heroico en los bolsillos...

De los otros... ya hablaré más adelante.

Canto a la ensalada

Si Miguel Hernández lo hacía con la cebolla en sus nanas, yo quiero cantar a las ensaladas, aunque nuestras razones sean muy distintas.

Yo quiero cantar a las ensaladas A TODAS por la alegría que me imprimen. Sí, porque ahora me estoy comiendo una ensalada y estoy contenta.
La ensalada tiene una realidad tan magnífica como las sopas de las abuelas: abarcan todo aquello de lo que queda un poquito en la nevera. ¿Qué hacer con una desgarbada loncha de jamón, un poco de queso, un tomate y una manzana? aproverchar un huevo, y cocerlo para la ensalada... Aquella pechuga a la plancha que nadie se terminó por tomar, una zanahoria, aunque esté reblandecida, y un resto de arroz... ensalada, ¡por no hablar de la pasta! ¿Quién ha dicho que una ensalada precise de lechuga y cebolla? ¡Yo odio la cebolla!

Mi ensalada de hoy la verdad es que no es de restos, porque hoy el día me pedía ensalada independientemente de lo que hubiera en la nevera... tomate, maiz, zanahoria, una manzana, una lata de atún y SI! un resto de gouda, un culín que quedaba... ¡y es que el resto es inherente a la ensalada!

Los otros

Hay muchos blogs en los que entro con frecuencia.
Pero hay uno que es mi preferido. Es de los que tienes de primero en los favoritos y cuando lees su título hay una voz que te dice "entra, hoy hay algo nuevo para ti".
Y yo entro.
Porque me encanta cómo cuenta las cosas el chico del video

La magia de las palabras

Hay palabras que me resultan fascinantes. Por su sonido, por cómo se escuchan en determinadas voces. Palabras que me resultan mágicas, como nube, o como en inglés tangerine, mandarina; son palabras que suenan suave, tan suave como la propia palabra, suave, suave... y una pluma acaricia tu brazo, tu rostro.
En gallego hay una palabra con una sonoridad tan majestuosa como suave: bolboreta.
Alguien que no conoce su significado no comprende esta sensación. En otros idiomas, este mismo insecto no suena tan delicado, tan puro, tan bello. Une papillon parece una mancha sobre tu nueva camisa blanca, a butterfly es una mosca que se derrite al sol, pero unha bolboreta, unha bolboreta es un hada que vuela, ligera, que se lleva el viento, que hace notar su presencia... unha bolboreta es la reina de los insectos...

frío

es lo que siento

días enteros que llenaría de lágrimas
lágrimas para ahogar mis deseos imposibles
para esconder y olvidar aquellos sentimientos que me atrapan
que no me dejan escapar

abrir la puerta
decir adiós

por favor
las lágrimas que me permitan salir de esta no vida
de este ver pasar el tiempo sin hacer nada

ver oír copiar dormir pensar llorar
de lo que se compone mi vida ahora

crear inventar hacer sentir amar poder
en lo que querría convertirla

Cuando te sientes identificado en las palabras de otro

¿Sabes esa sensación cuando hablan bien de ti, sin decírtelo?
La sonrisa dura toda una eternidad
El halago...

Hoy lo he sentido, y sé que voy a estar sonriendo hasta que alguien me dé una mala noticia :)
¡Es tan rico el olor de la primavera!

son aquellas pequeñas cosas...

Hay dos tipos de personas: los que se ríen cuando van por la calle y los que creen que los primeros están locos.
Yo soy del primero
La sonrisa del transeúnte es contagiosa. Creo que es lo único que realmente me gusta que me contagien. Vas tan campante, de camino al súper, por ejemplo, y te encuentras con un chaval de unos veinte años con los cascos puestos y le escuchas murmullar el grito del solista: las greñas, los pantalones por debajo del culo, la mirada perdida y los dedos imaginándose las notas de esa guitarra. ¿Qué puedes hacer en ese momento? Sólo sonreír!
Una señora mayor sale de una droguería de barrio e intentando cerrar bien la puerta se hace la picha un lío y se le cae algo al suelo. Sin que le dé tiempo a darse cuenta, ya lo has recogido: "gracias hija". Y sonríes ya por el resto del camino.

Son los pequeños detalles de lo cotidiano los que llenan nuestra vida.

Ayer no hubo "pequeños detalles", y por eso fue un mal día.

Aún en fase de enamoramiento

Me he enamorado.
No hace ni tres horas y ya me he enamorado, y es que esta banda sonora me ha ido enamorando a lo largo de toda la película, y ahora estoy utilizando a Marlango para quiterme los acordes de Alfie de la cabeza.
No sé que tiene.
Será ese saxo.
Será lo bien que te va entrando...
No sé qué tiene, pero me ha dejado... ¡enamorándome!
¿Cuánto tardaré en hacerla mía?

Para nadie más

Iba a escribir por qué he creado un blog que nadie supiera que tenía, mi diario secreto que todo el mundo puede leer sin saber quién soy; y justo en ese momento, ha entrado en mi habitación mi compañero de piso.
¡Qué frustración!, ¿no?
Pues no lo sé.

Creo que en el fondo, no es malo que mi mejor amigo pueda leer mi diario de abordo. Porque siempre hay cosas que se me olvida contarle; y por la cantidad de días que a penas nos vemos.

Aquí termina la primera página del diario que escribo para nadie más

Bienvenida

Buenas tardes, bienvenida a casa...
¿Quieres un té?
Sí, rojo... gracias...
Adivina qué me ha pasado hoy!
No sé, cuéntame!
Iba yo a...